5 mitos sobre las gafas
Las gafas no son solo un accesorio: son un elemento fundamental para cuidar la salud visual. Sin embargo, alrededor de su uso circulan muchos mitos que pueden generar confusión y hasta problemas oculares si se siguen al pie de la letra.
Desde Miller & Marc, desmontamos 5 de los errores más comunes sobre el uso de gafas, con base en criterios profesionales de óptica y oftalmología.
Te lo contamos todo
1. Si veo bien, no necesito ir a la óptica
Ver bien no siempre significa tener una visión sana. Existen problemas visuales silenciosos (como la tensión ocular o la fatiga visual) que solo pueden detectarse con una revisión profesional. Lo recomendable es visitar al óptico-optometrista al menos una vez al año, incluso si no notas síntomas evidentes.
2. Si empiezo a usar gafas, me volveré dependiente
Este es uno de los mitos más extendidos. En realidad, usar gafas no empeora la vista, ni “acostumbra” los ojos a depender de ellas. Al contrario: no usarlas cuando se necesitan puede aumentar el esfuerzo visual y acelerar la progresión de ciertos problemas refractivos, como la miopía o la hipermetropía.
3 – No hace sol, así que no necesito gafas de sol
La radiación ultravioleta (UV) atraviesa las nubes. De hecho, según la OMS, más del 40 % de la exposición anual a rayos UV ocurre en días nublados. Proteger tus ojos durante todo el año (incluso en otoño e invierno) es clave para prevenir daños a largo plazo como la degeneración macular.
4 – Solo tengo que proteger mis ojos del sol
Hoy en día pasamos muchas horas frente a pantallas (móviles, ordenadores, tablets), lo que aumenta nuestra exposición a la luz azul-violeta. Aunque aún se investiga su impacto exacto, se sabe que puede alterar el ritmo circadiano, causar fatiga visual y favorecer el estrés ocular. Las lentes con filtro de luz azul son una buena medida de prevención.
5 – Cuanto más oscuro el cristal, más protege
El color del cristal no determina su capacidad de protección. Lo realmente importante es el filtro UV incorporado en la lente, así como su categoría de protección solar (que va del 0 al 4). Unas gafas oscuras sin filtro UV pueden ser incluso más peligrosas, ya que dilatan la pupila y permiten que entre más radiación dañina.